sábado, 6 de octubre de 2007

La sesión

Sandra no era del tipo de mujeres que por motus propia se acercaría a un tratamiento psicológico, simplemente ella nunca se identifico con necesitar uno. Siempre quiso demostrarse capaz de analizar sola su vida, sus actos y las consecuencias de éstos.
Sin embargo para ser admitida en la empresa ella debía entre otras cosas someterse a un solo encuentro psicológico obligatorio. Y por esto es que esa tarde se encontraban Sandra Negro y Jerónimo César, el psicólogo de la empresa.
Jerónimo supo que la sesión con Sandra seria un poco mas larga que las que había tenido el resto del día, pero cuatro horas y media fueron demasiado para él, quien agotado después de tomarse una cerveza se sacaba los zapatos y se acostaba, sintiéndose incapaz de lavarse los dientes por falta de energía.
La imagen de Sandra no salía de su cabeza y ésta sumada a un dolor de espalda mezclado con nauseas le imposibilitaban el sueño. No podía dejar de pensar ni en la ultima pregunta ni en la ultima respuesta de la sesión:

_ A ver Sandra...para terminar ¿Si no fueras humana y podrías elegir ser cualquier otra cosa, que elegirías ser?
_ eeh..¿cualquier cosa? A ver mmm...una araña tal vez. Eee sí probablemente una araña.
_ aha ¿Una araña? Y ¿por qué?
_ Por dos motivos. El primero es que las arañas son el único ser al que temo y el segundo es que ellas vinieron al mundo con armas que las caracterizan...
_¿A que te referís por “armas”?
_ Y...pensé mas que nada en su capacidad de hacer telas, de tejer redes. Con ella ya es suficiente para mi.
_Y si lo tuvieras que relacionar con tu vida...¿crees que tenés “armas” como las arañas?

La respuesta fue afirmativa y pocas cosas mas recordaba Jerónimo mientras se retorcía en su duro colchón apenas pudiendo soportar el dolor. Finalmente logra dormirse unos diez minutos, hasta que su sueño es interrumpido por una arcada que lo obliga a correr al baño y luego termina en un violento vomito fluorescente. Se acuesta nuevamente. Mira para arriba. Y allí estaba Sandra!, caminando por el techo, con su mismo vestido negro, sus tacos rojos, sus largas piernas y su pelo recogido, igual de hermosa, igual de misteriosa y sensual.
Los últimos recuerdos de Jerónimo fueron las telarañas que Sandra desprendía de si, una a una caían sobre él, como redes, asfixiándolo, dejándolo pegajoso e imposibilitado a moverse.
A los pocos días el cadáver de Jerónimo, enredado en sus sabanas blancas, era encontrado por su vecino, mientras que Sandra, recibía una llamada telefónica de aceptación de parte de la empresa.

3 comentarios:

Unknown dijo...

La arañita celeste.
es un buen nombre para una banda.

confia en la terapia, la religion del siglo venidero.

La Celestina dijo...

Sandrito:si usted lo dice...yo si podria ir a terapia, era Sandra la que se creia autosuficiente

Anónimo dijo...

El beso de la mujer araña!!

me gusto este kafkiano amiga eh
mucho gir power en sus cuentos.

congrats

pd: mientras escucho esto, en la radio suena telaraaaaaaaañas.... sueño con telaraaaaaaañasssssss---- de soda