Irónica fantasia

Andrea era una bailarina excepcional, de esas que definen sus movimientos a tal punto que uno los reconoce como legítimos y ya no se cuestiona que significan, como cuando se escucha una melodía increíble y solo se limita a dejar que ésta penetre en el cuerpo sin pretender de ella nada mas de lo que es. Hace ya dos años que pertenecía a la compañía de danza “veletas violetas” dirigida por una de los mas prestigiosos coreógrafos de la ciudad. Su puesto en ella no era un regalo sino fruto de la constancia y firmeza con la que la joven encaraba la danza, disciplina elegida para mostrar su esencia mas pura. O tal vez, era la danza quien la había elegido a ella para imponerse, quien sabe, en fin todos los días se juntaba a ensayar con el grupo y estaban preparando su nueva obra: “Táctico”, una investigación que proponía reflejar en movimiento los aspectos tácitos del tacto. Andrea dejo de disfrutar los ensayos el día que ingreso a la compañía un nuevo integrante, un joven varonil, ágil y bello, de escultural figura llamado Isidro.
Isidro fue una tortura para Andrea por todo lo contrario al desagrado, apenas ella lo vio sintió una excitación y un temblor internos, un olor a sudor exquisito, por primera vez una atracción hacia otro hombre distinto a Pablo, su novio desde hace tres años y actual concubino desde hace tres meses.
Pablo era el mejor novio con el que Andrea pudo jamás soñar, todos los días sin faltar la iba a buscar al teatro donde eran sus ensayos, la mimaba y despertaba con besos y desayunos, la respetaba, cuidaba y sobre todo la complementaba en actitudes y palabras, salvándola muchas veces de ahogarse en pensamientos de tinte oscuro y perverso. Por esto y por el amor que ella le juraba no pensó jamás en dejarlo y reservo para Isidro un tiempo y espacio distintos, el de sus fantasías.
Andrea se encontró soñando con el cuerpo desnudo de Isidro, jadeante y sudado luego de un ensayo en el cual el director les pidió a ambos que improvisen movimientos creando un dialogo en el cual la consigna era tocarse sin usar el tacto. Fue alrededor de una hora que estuvieron intecambiando movimientos, gestos, respiraciones, percepción de sus dimensiones y espacios corporales y, lo que se convirtió casi en un leitmotiv, una especie de caricias que nunca llegaban a producir real contacto físico.
El ensayo termino temprano e Isidro apurado agarro su azul y vieja bicicleta y se dirigió hacia la calle. Sentado en la vereda de enfrente yacía Pablo, perfumado y despeinado, ansioso por ver salir a su adorada mujer. Isidro se detuvo a mirarlo un momento, “que hermoso y que sexy hombre!, seguro tiene novia”, pensó, suspiro y monto la bici alejándose con velocidad.
Un instante después aparece Andrea, desconcertada y casi salida de una nube, ruborizada y exhausta, agitada y todavía con la presencia de Isidro en su piel, cruza la calle, besa a su novio en la boca, y dice:_vamos a casa mi amor? estoy agotada.